20101002

CAPÍTULO 13   CASAMIENTO PARACAIDISTICO              

Un salto en Ciudad Evita
  
                                                                                                                                                                                 Por: Héctor Toto Gerling
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             13 -12-10

De cómo ocurrió

El inicio de la década del ´70 me sorprendió como participante en hechos, para mi inolvidables, que tienen que ver con mi trayectoria como paracaidista competidor y otros a los que recuerdo por el magnífico sentido de la amistad y la camaradería, pero todos ellos relacionados con el paracaidismo deportivo.
Cronológicamente los iré destacando uno a uno a todos aquellos imborrables en mi memoria.
En marzo del año 1.971 comencé llevando a cabo el salto nocturno con caída libre en grupo de siete paracaidistas del Club Argentino de Paracaidismo (CAP) sobre el Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini de Ezeiza, mediante el cual establecimos la actual marca récord en esa especialidad.
Desde el 14 al 17 de febrero del año 1.972 intervine junto con los paracaidistas del CAP en un torneo de demostración de paracaidismo en la playa “La Perla” de la Ciudad de Mar del Plata denominado “Campeonato  Rexina Acción '72” como parte del programa de lanzamiento al mercado de ese producto.
En abril del mismo año en el aeródromo de la Matanza (sede deportiva del CAP) se realizó el IX Campeonato Argentino de Paracaidismo en el cual el Club Argentino de Paracaidismo tuvo una descollante actuación (ganamos en PAE, PAI y Estilo) y en mi caso obtuve el título de Campeón Argentino Individual de Paracaidismo Clásico.

Un aterrizaje en el campeonato de La Matanza 1.972
    

Esta clasificación posibilitó mi integración al Equipo Nacional de Paracaidismo para concurrir a disputar el X Campeonato Mundial de Paracaidismo Clásico que se llevó a cabo finales del mes de agosto y principios de septiembre en los Estados Unidos de Norteamérica, lo que motivó haber estado todo el mes de julio en la concentración de entrenamiento previo a la concurrencia a ese evento.
   En septiembre de ese mismo año, una vez regresado de los E.E. U.U. trabajé arduamente, junto a mis compañeros del club en la finalización de la preparación del salto de Gran Altura que se tenía previsto realizar en el Aeroclub de General Pico (LP), con miras al intento de batir un récord internacional de caída libre en grupo. A mediados del mes de noviembre se llevó a cabo con éxito ese salto.
   Posteriormente ya en marzo del año 1.973 en el X Campeonato Argentino de Paracaidismo Clásico realizado en el aeródromo de Alta Gracia (Cba) sede del Club de Paracaidistas Córdoba, el Club Argentino de Paracaidismo (CAP) había presentado equipo femenino y masculino de competición.
   Este campeonato era clasificatorio para integrar el Equipo Nacional de Paracaidismo representativo de nuestro país en el II Campeonato Panamericano de Paracaidismo que se realizaría en el mes de abril del mismo año en el aeródromo  Alto Comedero de la Provincia de Jujuy, sede de la Brigada de Paracaidismo del Aeroclub Jujuy (Jujuy).         
Por cuestiones meteorológicas, esta versión del Campeonato Nacional no se concluyó y en consecuencia no fue homologado. Sin embargo, mediante un proceso de selección en días posteriores al evento, la Federación Argentina de Paracaidismo (FAP) logró obtener el nombre de los paracaidistas que integraron el mencionado Equipo Nacional. Entre ellos me encontraba yo.  
En este campeonato internacional, también intervenían equipos femeninos de competición, concurriendo las paracaidistas que habían clasificado en el mismo campeonato inconcluso de Alta Gracia. La República Argentina como país organizador presentó una delegación completa. Equipo masculino y femenino y una de las paracaidistas integrante del equipo de damas,  por ese entonces era mi novia.   
Esto conllevó a una nueva y corta concentración de entrenamiento llevada a cabo a finales del mes de marzo y la posterior intervención a principios del mes de abril en el mencionado Campeonato Panamericano de Paracaidismo.
Realmente estos tres últimos años pasados en el club me resultaron muy intensos y extenuantes, por la  ardua y compleja labor llevada a cabo.
  
Aquel avión Cessna 180  
   
En aquella época, me refiero a los primeros años de los ´70, el Club Argentino de Paracaidismo, gracias a la inestimable colaboración de socios y fundamentalmente al papá de Lino MARTIN que nos ayudó muchísimo, contaba con un avión lanzador propio que se lo había adquirido a un piloto llamado “Tito” SAPONARA, La aeronave era un avión Cessna 180 (LV-GOJ) cuatriplaza metálico que transportaba cómoda y rápidamente a tres paracaidistas por vez a la altura del salto programado.
La tenencia de este avión, que venía a reemplazar a nuestro veterano y muy querido Fairchild FA24 (LV-AFH), aseguraba a los paracaidistas del CAP una actividad de lanzamiento constante en cualquier momento del año. Ya no se dependía del alquiler de los aviones y pilotos del aeroclub local, en este caso del Centro Universitario de Aviación (CUA), que normalmente nos ofrecía los triplazas Piper PA12 o el IA46 “Ranquel”.
La excelente prestación de este avión motivó que paracaidistas de instituciones vecinas, como el caso del Círculo Argentino de Paracaidistas “Cóndor”, que en aquella época estaba radicado en el Aeroclub Argentino en la Localidad de Gregorio de Laferrere, haya requerido nuestra aeronave para que alumnos de esa Institución pudieran rendir el examen práctico para la obtención del Certificado de Competencia de Paracaidista.
Fue así que previa coordinación con el club, el 31-12-71 se presentaron en La Matanza; el Instructor de Paracaidismo Juan BERNARDI y sus alumnos para rendir de paracaidista, entre los cuales había un par de alumnas.
Como dije más arriba, en febrero del ´72 habíamos llevado a cabo un torneo de precisión de aterrizaje  en las playas de Mar del Plata. Para realizar ese evento requeríamos que todos los participantes contaran con el mismo modelo de paracaídas, motivo por el cual le pedimos prestado un Para-Commander MK-1 al Círculo Argentino de Paracaidistas “Cóndor”, a lo cual accedió.
Un par de semanas después de finalizado el torneo, se apersonó el instructor del club “Cóndor” Juan BERNARDI, reclamando la devolución del paracaídas oportunamente cedido. “Juancito”, en esa oportunidad vino acompañado por dos (ahora) paracaidistas. Al parecer, a estas paracaidistas les agradó la actividad de nuestro club porque se hicieron socias de la institución.
En el próximo mes de abril se realizó el IX Campeonato Argentino de Paracaidismo en La Matanza
y entre salto y salto transcurría el tiempo, y en el ínterin pasaron cosas…

El salto

 El novio, la novia y el padrino en el Aeroclub Centro Unversitario de Aviación (CUA),
camino al embarque.
    
Regresando al año 1.973, en oportunidad de estar conversando con mi madre de las cosas del  casorio (ya se había tocado el tema en otras oportunidades y se suponía que no debería pasar mucho tiempo para formalizar definitivamente y cambiar del equipo de solteros al de casados), comenta risueñamente que el día que nos casemos lo podríamos hacer saltando.
-      Y pensé; por qué no?   Los novios son paracaidistas, el padrino de bodas que sería Carlos BUEDO, también lo era, el avión lo tenemos (C180), la capilla en la cual nos casaríamos cuenta con amplios espacios abiertos para nuestro aterrizaje. El club fue solidario con la idea y no objetó que empleáramos  nuestro avión.
    Solamente faltaba el permiso de la autoridad aeronáutica para el uso del espacio aéreo.
Fue así que, comencé a realizar trámites ante organismos oficiales para obtener permiso y poder hacer un salto fuera del aeródromo en el cual, como club estábamos autorizados.
En esa época me desempeñaba como Inspector de Paracaidismo en una de las direcciones que integraban el Comando de Regiones Aéreas de la Fuerza Aérea Argentina, la que a través de su dependencia específica nos autorizaría o no la realización del salto en cuestión.
Enterados en mi trabajo (la Dirección de Fomento y Habilitación) del modo elegido para llegar a la iglesia, me ofrecen la utilización de un avión de mayor porte para tan trascendental acontecimiento. El avión al que hacían referencia era a un Douglas DC3 (T-101) perteneciente a la flota del Instituto Nacional de Aviación Civil (INAC). Éste era el mismo avión que nos había trasladado al grupo de paracaidistas al Aeroclub General Pico (La Pampa) en ocasión de haber realizado el salto de Gran Altura casi un año antes y regresados luego a Buenos Aires.
Un antiguo empleado, compañero mío del trabajo, llamado Rodolfo TORNATO que conocía gente en el Canal 11  Televisión, hizo los necesarios contactos con la finalidad de cubrir esta insólita como novedosa nota. 
Fue así que un sábado 08 de septiembre de 1.973, aproximadamente a las 09:30 horas nos dirigimos, mi novia y yo (-ya nos habíamos casado por civil... mi esposa?) a las instalaciones del Centro Universitario de Aviación (CUA) en el aeródromo de La matanza, donde nos esperaba el “padrino de bodas”  Carlos BUEDO (en ese momento era el presidente del club) con la finalidad de embarcar en el avión que nos trasladaría a la vertical de la Capilla San Cayetano en el barrio Ciudad Evita.
Además de nosotros, de la tripulación del avión lanzador, los periodistas y los técnicos de exteriores del Canal 11 Televisión se encontraban en el aeródromo paracaidistas amigos y otras personas que se dieron cita para vivir de cerca estos acontecimientos.
Llegado el momento y luego de realizar la reunión de coordinación del lanzamiento entre la tripulación y nosotros, embarcamos en la aeronave junto con un grupo de periodistas y fotógrafos acreditados en el lugar.
    
 Momento en que los contrayentes y el padrino se aprestan a embarcar. 

El operativo consistió en que tanto los novios como el padrino llegaran a la iglesia (arribaran) desde el espacio (coloco “espacio” y no “cielo” para no inducir a confusión en creer que seríamos ángeles que “descienden del cielo” para ingresar al templo. En realidad Carlos BUEDO era el único Ángel, debido que justamente ése es su segundo nombre) mediante la utilización del paracaídas como medio de transporte, en tanto que en tierra nos esperaban, mi madre, la “madrina de bodas” y el señor cura párroco, el padre franciscano Juan AMBROSINI para cumplir con la ceremonia religiosa.  
El plan era así.  Primero salta el novio (yo) y ya en tierra espera la llegada de la novia y el padrino que saltan en la próxima pasada…
Ciudad Evita es un barrio obrero de casas que tienen la particularidad que el techo de las mismas sea de tejas, lo que desde el aire las hace muy parecidas entre si.
   Visto desde mil metros de altura no es problema para el que conoce la zona, pero para una tripulación que pasa volando entre nubes bajas y que no conoce el área, la única manera de llegar a un lugar preestablecido es mediante el guiado de la aeronave por una persona conocedora del lugar. Además, tampoco el paracaidista "padrino" Carlos BUEDO ni la novia conocían ni identificaban el área de aterrizaje. En realidad el único que conocía el barrio desde el aire era yo: y yo era el primero en saltar.
  
En pleno vuelo de lanzamiento sobre Ciudad Evita.
                      

El día estuvo acompañado por nubes bajas y viento moderado proveniente del este. El salto lo programamos a 1.000 metros de altura por lo que las nubes perjudicaban la visual durante el procedimiento de las maniobras para el lanzamiento.
Para una identificación del lugar del aterrizaje, mi hermano Alejandro, encendía bombas de humo para orientación del apuntador cada vez que el avión debía realizar la corrida final de lanzamiento. Realizamos tres corridas erradas para lanzamiento y el piloto a pesar de las indicaciones que yo, como apuntador, le transmitía desde la puerta no lograba colocar en posición favorable el avión.
Todas estas corridas hicieron que el horario previsto para el casamiento se acercara con otro programado inmediatamente posterior al nuestro. 
Se nos acababa el tiempo y se complicaba el panorama.
Un piloto que no lograba el rumbo de la corrida final, la referencia del humo que había dejado de estar pues se acabaron las bombas fumígenas, un cura párroco que nos apura con el horario y entre el avión y la iglesia un montón de nubes molestas no nos dejaba muy conformes con lo que estábamos haciendo en el aire.
Fue así que en la cuarta corrida veo bastante bien la capilla y considero que estoy en posición de abandono de máquina. Abajo una cantidad de personas miraban hacia arriba entre expectantes y curiosos. Y salté…
Ni bien dejo la puerta y estabilizado en mi caída libre me doy cuenta que el salto fue erróneo. Me encontré entre 500 ó 600 metros desplazado a la derecha y muy cerca del objetivo. Salté corto y a la derecha.  Lo había hecho con el avión en viraje a la derecha!!!
Esto hizo que fuera a parar a un barrio vecino bastante retirado del lugar previsto.
Con la preocupación de que ninguno de las personas a bordo conocían la zona, y que los paracaidistas no pudieron apreciar el lugar correcto del abandono de máquina para su propio lanzamiento, un cura preocupado por sus casamientos, yo mismo que no sabía exactamente dónde aterrizaría y cómo regresar rápidamente a la zona prevista de llegada, me había hecho pensar que en este día no se cumpliría lo planificado. - Es decir; hoy no me casaría por iglesia!!!
Sin embargo, estando a unos cientos de metros de altura observo un automóvil taxi de un vecino que estaba transitando en las inmediaciones de donde yo podría tocar suelo.
Aterrizo con mi paracaídas (Trompul X1) en la cercanía del vehículo y una vez que el señor se  recompuso de su sorpresa, e interiorizado de mi situación y necesidad, rápidamente me traslada a la capilla.
También en ese lugar se habían reunido una gran cantidad de paracaidistas y vecinos de la zona en espera de la llegada de nosotros.
Una vez llegado a la capilla, tranquilizo a la madrina y fundamentalmente al cura que perecería estaba ansioso de terminar con todo esto. Yo mismo estaba preocupado por la situación.
Como dije antes, el Canal 11 Televisión cubría la nota desde tierra y también a bordo del avión. Los periodistas estaban conectados por radio entre ellos. Eso nos salvó.
Le pido prestado el micrófono al periodista deportivo Hugo CANDO que cubría la nota desde la iglesia y me comunico con los reporteros embarcados en el avión que estaba dando vueltas a mil metros de altura sobre el barrio y les requiero le pasen el micrófono al paracaidista Carlos BUEDO para que en su función de apuntador, conduzca la aeronave hacia el punto correcto de lanzamiento.
   Afortunadamente esto funcionó bien y ese salto, fue exitoso.   La novia Elena SARAVIA DOMINGUEZ  y  el padrino aterrizaron en las inmediaciones del templo.
   


Luego de pasada la algarabía motivada por la llegada de los paracaidistas, ya despojados de nuestros paracaídas y ataviados con nuestros buzos de saltos, fuimos saludados en el atrio por el señor cura párroco para luego ingresar al templo y cumplir con el objetivo propuesto que era contraer enlace por iglesia como Dios manda!!!
   
 
Repercusiones

Cuando comenzamos a madurar la idea del “aero casamiento”, nunca nos imaginamos el estado público que tomaría.
En realidad sólo queríamos saltar los novios y el padrino desde el avión C180 del CAP con nuestro piloto que era buen conocedor del lugar.
Sin embargo la elección de la particular manera para llegar a la capilla llamó la atención de autoridades militares de la Fuerza Aérea Argentina que nos cedió un avión de gran porte para ser utilizado en el vuelo para esta clase de salto, lo cual evidentemente aceptamos.
 Tampoco faltaron los periodistas, fotógrafos y representantes de la televisión de varios medios de comunicación que estuvieron ese día en el lugar para cubrir este singular evento.
Canal 11, por ejemplo, movilizó hasta el lugar un camión de exteriores, un automóvil remise y una camioneta: en total, doce hombres de la televisión. Diarios, como Clarín y la Revista Así enviaron redactores y reporteros gráficos y hasta dos fotógrafos, uno a bordo del avión y el otro en tierra de manera poder documentar todo el proceso del salto, desde el embarque en el aeródromo de despegue hasta el aterrizaje de los paracaidistas en la capilla.
Como consecuencia de esta movida, un par de meses después nos llega el recorte de una revista alemana donde sale publicada una extensa nota del casamiento, con fotografías del suceso, incluso un ciudadano alemán de apellido GERLING, enterado por la televisión de su país, nos envió un telegrama muy afectuoso. Lo particular de esto es que esa persona conocía solamente mi apellido y el nombre de la localidad en la República Argentina donde se llevó a cabo el casamiento. Sin embargo el mensaje nos llegó. Sin duda alguna estas manifestaciones nos han llenado de satisfacción, puesto que hoy, bastante tiempo después, aún se las recuerda.
   
Testimonio de una publicación de una revista alemana que trata sobre
el tan particular casamiento llevado a cabo en la República Argentina.

    
En la foto superior el padrino Carlos BUEDO con su paracaídas "Papillón"
maniobrando previo al aterrizaje.
   
En la foto inferior el novio Héctor GERLING, la novia Elena SARAVIA DOMINGUEZ
y el padrino Carlos BUEDO escuchan atentamente al padre franciscano Juan AMBROSINI,
acompañados por parientes, paracaidistas amigos y vecinos.


Si bien este fue un acto de familia y en lo personal íntimo y privado, por tener directa relación con una actividad deportiva, no me he podido sustraer de buscar datos y antecedentes de la existencia de un caso similar que hubiera ocurrido anteriormente en nuestro país o, incluso, en  América Latina. Creo que este ha sido el primero de esta característica que se concretó en esta parte del mundo.
Nuestra “luna de miel” la llevamos a cabo en la Ciudad de San Salvador de Jujuy, ciudad a la que llegamos a bordo de un   avión C182 del INAC que había sido puesto a nuestra disposición por el Comodoro Alberto Gerardo BRENNA, quien en aquel entonces se desempeñaba como Director de Fomento y Habilitación, como presente de la Institución por nuestra boda.
   Luego del regreso de la luna de miel, como parte de la nota de exteriores que Canal 11 Televisión oportunamente había cubierto de nuestro casamiento, se había convenido que fuéramos como invitados a un programa de esa emisora en el cual se comentaron las características y pormenores de lo sucedido el día del salto.
Y así fue como sucedieron estas cosas
                                                                                                                               Héctor Toto Gerling

                              CONTINÚA EN CAPÍTULO 14